8.31.2005

EL OLOR DEL AGUA

Cuando amaneció, él se esfumó de su lado, mientras ella seguía soñando con él.
Y cuando despertó, el día se había tragado ya sus horas favoritas, y ella no pudo hacer otra cosa que hundir su nariz en el hueco vacío de la almohada, para intentar aspirar los restos del olor de su cuello. Pero el olor no estaba, porque, como todo el mundo sabe, los fantasmas no huelen.

8.30.2005

FRENO DE MANO

Me han dicho que a veces mantengo una actitud distante, que parece que estuviera por encima de las cosas que pasan. Es el miedo, he contestado.

Me han dicho también que es absurdo empeñarnos en vivir como si no fuéramos nosotros. Es el miedo, he contestado.

Me han dicho que soy más fuerte de lo que parezco, pero también me han dicho que parezco más fuerte de lo que soy. Supongo que será el miedo, he pensado.

Me han dicho que hay algunos besos que descongelan corazones. Pero me he tapado los oídos. Es el miedo.

Me han dicho que todo se supera. Pero a veces superarlo da mucho miedo.

8.29.2005

ECUACIONES INFINITAS

Cuanto mayores nos hacemos, mayores son los problemas que nos creamos y mayor es el esfuerzo que tenemos que emplear en ponerles solución. Hasta que llegamos a una determinada edad, donde esa proporcionalidad empieza a ser inversa.

Sabía que mi complejo de Peter Pan no era del todo malo. Lo sabía.

8.26.2005

DECIR AMIGO

Cuenta la leyenda que nos conocimos a los 3 años, entre nuestras lágrimas y mocos de niños que no se querían quedar en el colegio. Hijos de madres trabajadoras que nos esperaban juntas a la salida.
Jugamos juntos hasta los 6 años, más o menos, donde él para mi empezó a convertirse en un bruto y yo para él en una niña ñoña y aburrida y para más inri, cuatro ojos.
Entre los 6 y los 13 años, sólo nos relacionábamos para pelearnos por alguna cosa, y como él me daba miedo, siempre ganaba.
Entre los 14 y los 16 nos unimos ante un enemigo mayor: los niños ricos del colegio.
A los 16, a pesar de la diferencia existente entre un adolescente que fuma muchos porros y se pega con todo el mundo y una adolescente muy pardilla que bebe licor de melocotón porque el alcohol le sabe mal, siempre teníamos cosas que contarnos.
A los 17 ya eramos amigos, metidos en grupitos completamente diferentes, pero con una complicidad que se avecinaba irrompible. Yo le sacaba de algunos líos, y él me metía a mi en otros. Sus amigos me miraban con absoluta y clara indiferencia (excepto uno), y mis amigas lo toleraban como podían (sin excepción). Él era un rebelde con causa al que habían echado del colegio y yo una alumna integrada.
Entre los 18 y los 21 nuestra relación se enfría, cada uno estamos creciendo en una dirección, viviendo en ciudades distintas y con pocas ganas de hacer esfuerzos por seguir en contacto.
Los 22 años nos reúnen en torno a un amigo común que pasa por un mal momento.
Desde entonces hasta ahora, él con 30 y yo casi, somos un referente el uno para el otro. Siempre en contacto, siempre con cosas de que hablar, y siempre completamente distintos en la forma pero muy similares en el fondo.

Tenía ganas de hacerle algo especial, porque hoy me marcho a conocer a su hija.
Hay poca gente que pueda contar la historia de mi vida de primera mano. Enterita.

8.25.2005

LA CAIDA DE LAS HOJAS

Tengo ganas de escribir algo que no se entienda. Algo que ni yo sea capaz de entender del todo. Que salga de mi subconsciente, que se enrede en palabras indescifrables, con muchos adjetivos sin sentido. Para expresar cosas que me cuesta expresar, de la misma forma que cuesta desnudarse cuando unos ojos siguen el recorrido de tus manos sobre botones y cremalleras.

Este verano, revisando cuadernos y más cuadernos antiguos, encontré un montón de textos que entonces no comprendía del todo y que sólo soy capaz de descifrar con el diccionario que te da el tiempo. Y me apetece que me vuelva a ocurrir lo mismo.

Pero me temo que me estoy volviendo demasiado práctica.
La perspectiva siempre cambia después del desayuno.

8.24.2005

ALBUM DE CROMOS

Un día, se me ocurrió la idea de que la vida son momentos. Podrías hacer una elipsis de esas que se hacen en las películas sobre todo lo demás, cuando te fríes un huevo o cuando vas al baño. Pero, tanto para bien como para mal, hay determinados momentos que cuando los recuerdas dan sentido a lo que estás haciendo, a lo que estás viendo, a lo que estás sintiendo.
Y se que abrir los ojos y ver los tuyos mirándome, fue uno de esos momentos.
No importa su significado.

8.23.2005

ARDES


Me han dicho que aquella corteza que lleva tu nombre y el mío ya no existe.
Me han contado que el verde que se veía desde aquella roca en la que nos sentamos ya no es verde.
Que el negro lo está invadiendo todo.
Que se respira gris.
Me han contado que mi casa está ardiendo.

* Foto de Gustavo Rivas. La Voz de Galicia

8.22.2005

REACCIONES TARDÍAS

Esta mañana por la calle me han dicho una verdadera barbaridad desde un coche. Además no ha sido un grito de estos estilo obrero español, sino un susurro sibilino que sólo he podido intuir, y que me ha obligado a darme la vuelta en una reacción instintiva. El hombre que me lo dijo se asomó a la ventanilla con una cara de guarro indecente y una sonrisilla para que no tuviera dudas de que había entendido bien. Seguí caminado tras dirigirle una mirada asesina y llena de asco.
Y ahora estoy enfadada por no haberle dado una patada al señor, al coche, a la señal de tráfico y al semáforo. Me castigaría por no saber reaccionar a tiempo ante las agresiones.
Diez minutos después, cuando estoy fuera de peligro, es cuando se me ocurren las respuestas ingeniosas. Aunque dicen que eso nos pasa a todos...

8.19.2005

LAS COSAS PEQUEÑAS

Cuando compartes piso, oficina, autobús, calle, ascensor, piscina, playa, etc., constantemente, y sobre todo, cuando vienes de unas semanas en las que no has podido ni querido estar sola ni un momento, un fin de semana de ausencia es como un plato de percebes cuando tienes hambre.
No es imprescindible, pero es un auténtico lujo que pienso disfrutar como tal.

8.18.2005

DE TODA LA VIDA

Siempre me había empeñado en creer que las cosas verdaderamente importantes son las que no se dicen.
Ahora, en cambio, me inclino más por la corriente que opina que si algo no se dice, es porque no es importante.

8.17.2005

CUANDO ODIO A MIS AMIGOS

Cuando estoy muy cansada, me da por reclamar cosas. Me siento en la potestad de exigir que me den cosas que necesito, sin decirlo, claro está. Es decir, que encima de ponerme exigente, los demás deben adivinar qué es lo que necesito. El hecho de que no lo hagan me cabrea, y entonces, como una adolescente (de las de "mis padres/amigas/sociedad/profesores/etc no me entienden") recurro a la autocompasión y me sorbo los mocos pensando que todos están contra mi, que cómo es posible que no hagan lo que yo necesito que hagan y sobre todo en el momento en que necesito que lo hagan. Cómo pueden ser todos tan cabrones. Cómo es posible que no se den cuenta de que tienen que llamarme/escribirme/venir a buscarme. Y como yo no doy el primer paso para solucionar mi cabreo unidireccional, porque como ya he dicho estoy en versión adolescente y en esta fase el orgullo es fundamental, hasta lloro de rabia y todo.

Y luego me despierto al día siguiente y decido perdonarles. Y ellos y ellas, los pobres, no se han enterado de nada.

8.16.2005

SNIF

Cuando te empeñas tanto en buscar la parte buena de las cosas que hasta te aburres a ti misma, es difícil afrontar la realidad.

La realidad de que volver al trabajo después de las vacaciones no tiene parte buena.

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