2.24.2009

REFLEXIONES Y RETORTIJONES

"Soy metálico
en el jardín botánico.
Con mi pensamiento
sigo el movimiento
de los peces en el agua"
La estatua del jardín botánico, Radio Futura

Me encuentro en ese momento en el que estás a punto de dormirte, pero no estás dormida. Tampoco despierta. En ese en el que ya has saltado y tus pies todavía no han tocado el suelo. En ese vacío, en el que ya estoy abandonando la seguridad de mi casa, de mi trabajo, de la ciudad en la que vivo desde hace siete años, pero todavía no se cómo será la vida después, cómo será mi día a día, ni cómo será la casa en la que viva, ni cómo será mi trabajo siquiera, ni todos los miles de cosas más.

Por una parte me gusta esta sensación, por otra parte me estresa, y por otra parte me acojona. Estoy contenta con mi decisión pero asustada porque no se lo que me espera. No se cómo será.
Aunque deteniéndome un segundo a pensarlo, el susto se parece más a cuando vas a abrir un regalo y no sabes lo que es.
Al fin y al cabo, con el mar a veinte minutos nada puede ser tan malo.

2.13.2009

EL RETORNO

"I wanna go out tonight
Come a little closer to the city lights
Levitation aint your only friend
Levitation coming back again
Feel a burning in your body's core
It's a yearning that you cant ignore"
Uncle Jonny, The Killers

Ahora llega el momento de pensar que es tu último abono de metro, que es tu último viernes por la tarde trabajando (cruzo los dedos con fuerza), que son tus últimas carreras para cruzar (para bajar, para subir, para llegar), que ya no verás pasar más estaciones a través de los árboles que se ven desde la ventana de esa terraza donde te fumas los últimos cigarrillos. Y piensas que quieres hacerlo todo, que quieres ver Hamlet con la Portillo, que quieres ir a varios conciertos, que en mayo viene Travis y ya no vas a estar, que no puedes marcharte sin ver a Bacon en el Prado, que cómo no has ido nunca al Palacio de Cristal, que cómo es posible que no conozcas Alcalá de Henares, que quieres pasar unos minutos más frente al Guernika antes de irte, que quieres ir otra vez al Jardín Botánico, que quieres ir a esa librería a la que todavía no has podido ir y hacerle un homenaje a esta ciudad con tu compra.

No, no es que me vaya a morir en un mes (aunque nunca se sabe, claro), es que me marcho de Madrid, me vuelvo a casa, me voy a Santiago de Compostela a empezar en otra cosa, con otro proyecto vital y profesional. En Santiago. Donde siempre decía que quería vivir. Me voy a Santiago, sin Guernikas y sin Portillos y sin Palacios de Cristal, pero con la humedad brillante y la recia piedra y con conciertos y con cine en versión original y con casas en alquiler con plazas de parking incluidas. Una ciudad en la que, si te pones en el centro, ves dónde termina. Y con mi familia cerca, y con unos amigos cerca, que antes estaban lejos, y otros amigos lejos, que hasta ahora estaban cerca.

Con esta sensación de alegría que no acaba de ser alegre porque ahora sé que se paga un precio por cada decisión, y que a pesar de la ilusión de la nueva vida, del haber sido capaz de dar el paso, de la nueva orientación profesional, el precio que voy a pagar tiene varios nombres y varios apellidos que hacen mi vida mejor y que ya no voy a tener al alcance de la mano.

Estos días son el final de varias etapas juntas, y el principio de nuevas cosas.

Me tiembla tó.

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