MI AUTOBÚS (2)
Tiene ocho o nueve años y una vez le escuché hablar, con voz de niño demasiado listo. Estaba sentado detrás de mi, y un señor le preguntaba por el colegio. Contó que era de Venezuela, que Venezuela estaba muy mal, por culpa de Chavez, que era un ladrón y que las empresas estaban muy mal en su país, por culpa de ese rojo de Chavez. Contaba que le gustaba mucho España, y el colegio. Lo único que no le gustaba era que la gente era muy maleducada. Todas sus frases estaban salpicadas de gracias y de porfavores. Cuando se marchó, pidió permiso exageradamente a toda la gente con la que se cruzó en su camino hacia la puerta del autobús. Y dió repetidas veces las gracias.
Hoy lo he visto corriendo por la calle, con la mochila bamboleándose de un lado a otro de su espalda, echando una carrera. Con el autobús. Y le ganó, llegó a la esquina antes que nosotros y nuestras ruedas. Pude ver su inmensa sonrisa de satisfacción cuando dobló la esquina hacia su casa.
Es que debe de tener ocho o nueve años.
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