2.23.2006

MI AUTOBÚS (1)

Está sola y mira sin ver. No hay ningún rasgo sobresaliente en su rostro ni en su ropa. Representa el más puro anonimato, si no fuera por el gesto de su cara, el brillo misterioso de sus ojos mirando a la nada, o lo que es lo mismo, a los copos de nieve que vuelan en todas direcciones.
A veces me sorprende el profundo abismo que nos separa de las personas con las que nos rozamos. A veces veo a una persona en su conjunto, con otro estómago, otra sangre, otros granitos en los brazos, otros tobillos doloridos, con otro proceso mental distinto al tuyo. Por un instante veo la distancia que nos separa, de forma tangible. Se me hacen muros infranqueables las capas de piel, y misterios insondables los flujos de los organismos ajenos.

Y ratifica mi idea de que somos solos.
Pero nos gusta jugar a disimular, y soñar con puentes.

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