APOCALÍPTICA G.
¿Quien no se ha quejado alguna vez de este sistema que nos oprime y que nos aliena?
Nos sentimos prisioneros de un estilo de vida, de unas normas de convivencia, de cierta clase de ataduras que nos obligan a adquirir para poder tener lo que queremos tener y llegar a donde queremos llegar. Tenemos esa sensación de ir como borregos, consumiendo lo que nos ponen delante sin cuestionar nada demasiado. Pero lo cierto es que lo que nos hace el sistema a nosotros como individuos es una nimiedad comparándolo con lo que les hace a otras personas, en otros paises.
Por eso a veces me espanto pensando en que por mucho que yo me queje, que yo despotrique, no encuentro los recursos para huir de esta encrucijada, y por lo tanto sigo hacia adelante, inmersa en esta riada de personas en la misma situación que yo, pasando por encima de las cabezas de los que no han sido tan afortunados para nacer donde yo nací. No se, a veces todo es tan relativo, que da verguenza quejarse. A veces es soy tan ridícula en mi pequeño mundo que me convierto en un monstruo insaciable. Y por eso el sistema tiene tanto éxito. Porque no estamos dispuestos a renunciar a nada, y en el fondo de nuestra mente sabemos que el petróleo de nuestras gasolineras le ha costado la vida a alguien. Lo sabemos, pero tenemos que conducir nuestro coche. Porque no queremos parar, porque no sabemos donde está el freno, y nos escondemos entre la multitud que avanza para seguir engullendo.
Es que hoy he leido en El Pais que van a empezar a clonar mascotas para que siempre podamos tener al mismo gatito, repetido, una y otra vez. Y me han entrado ganas de llorar. Y antes de ponerme a vomitar, he preferido escribir aquí.
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