10.07.2004

LAS PLUMAS DE TUS OJOS

Estás en un sitio donde nunca más podré tocarte.
Te he colocado en la parte más alta de mi estantería, para no tenerte al alcance de mi mano cada vez que dudo. Estás tan helado que no querré abrazarte cuando me despierte asustada en mitad de la noche. Eres tan ajeno a mi que no creo que reconozca tu rostro, ni tu olor, ni tu tacto. Yo me elevo entre las nubes y tú te quedas ahí abajo, volviéndote cada vez más gris y más borroso.
Peso mucho menos desde que te fuiste, por eso ya puedo volar.
Pero tu voz todavía me persigue en mis pesadillas.

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