8.16.2006

LA T4

Llego cansada, con mi mochila, mi bolso y mi maleta. Llego acostumbrada a la amabilidad de la terriña, y cuando pregunto a un conductor de autobús que casi ni me mira y me contesta secamente, me doy cuenta de que he llegado a Madrid. La gente se pelea por el sitio en la cola, y la tierra amarilla me saluda. Después de otro largo periplo, igual de largo que el que me lleva de Vigo a Madrid, llego a mi casa. Silencio y notas de bienvenida.
Observo mi piso de alquiler.
Observo mi maleta a medio deshacer.
Se me había olvidado mi vida durante las vacaciones.
No se si me angustia tanto volver a la oficina como me ha angustiado volver a mi casa.
Tampoco se por dónde empezar a cambiarlo todo.

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