NUEVECITO
Cuando se acaba el verano, o al menos el mes de agosto, y todo va volviendo a teñirse de gris, con la rutina, las prisas y el tráfico, me entra la pena. Es inevitable, la luz del verano es un buen alimento para espíritus sin alicientes.
Pero por otra parte, septiembre es el mes de la novedad. Es más Año Nuevo que el día uno de enero, aunque ya no estés estudiando. Porque todo empieza otra vez, y a mi me encanta empezar cosas, sacarles el envoltorio y verlo todo en blanco, oliendo a nuevo. Esperando que te sientes y que te pongas a llenarlo de letras, dibujos y borrones. Y siempre pienso, ¿cómo me sentiré cuando llegue el verano de nuevo, y me toque hacer recuento de este curso? ¿será un balance positivo, negativo, neutro? Uich, que emoción.
Este año en lugar de ver mi vida en trozos de papel esparcidos por mi habitación, sólo tendré que hacer clic. Es otra forma, pero la esencia espero que no cambie. Ya veremos.
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