CONTACTOS
Ayer por la noche, ojeando un periódico atrasado en la cama, y esperando a que los del piso de arriba terminaran de gritarse para poder dormir, descubrí una sección de contactos que nunca había visto. Eran muy pocos anuncios, y todos del tipo "te vi en la playa de nosedonde, llevabas bikini blanco y nos miramos cuando te voló la sombrilla. Soy el de verde" o "Nuestras miradas se cruzaron en la discoteca nosecuanto el sábado pasado, no dejaste de mirarme y no me atreví a presentarme, pero no te olvido. Soy el de los pantalones amarillos".
La verdad es que me llamó la atención. Cuántas veces cruzamos miradas por la calle, en el autobús, en el supermercado. Cuánta gente potencialmente interesante roza nuestras vidas y cuántas cosas nos pasarían si se introdujeran en ella.
Una vez, recién llegada a esta jungla, en el metro, una mañana de sábado, la mirada de un desconocido y la mía se quedaron pegadas durante diez segundos que parecieron diez horas. Casi se le cierran las puertas en la nariz. Cuando el metro siguió su camino y él se quedó en el andén, nos seguimos mirando hasta que desapareció.
La historia de amor más corta de mi vida.
Ojalá él hubiera puesto un anuncio de esos y ojalá yo lo hubiera leído. Aunque seguramente fue mejor así. Pero por lo menos ese tipo de cosas te hacen recordar que todavía quedan muchos ojos que te esperan para poder mirarte. En cualquier esquina.
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