3.09.2005

EL GRITO SILENCIOSO

Leía el otro día en una revista que la vergüenza ajena es un sentimiento español, que no tiene traducción ni se entiende en otros idiomas.

Pues me da que eso dice algo bueno de nosotros, mira tú por donde... Porque si ya es habitual que se sienta viendo cualquier día un telediario, lo que nos está tocando presenciar esta semana no tiene nombre. Las barbaridades que he tenido que escuchar, la rabia que me está creciendo dentro, el sonrojo que me producen la actitud y las palabras de determinados personajes públicos de este país, no tienen traducción en otros idiomas. Claro que también puede decir algo horrendo de nosotros, si eso significa que este tipo de cosas sólo pasan aqui y por eso sólo los españoles sentimos vergüenza ajena. Pero sospecho que la estupidez de los representantes públicos es algo bastante universal, que se regala con el maletín y con el cargo.

Asi que mientras ellos se dedican a hacer el imbécil en nuestra cara, yo, íntimamente me pregunto porqué de repente estoy tan irascible, y porqué cualquier pequeño detalle hace que se me salten las lágrimas. Supongo que tiene explicación, porque aunque los aniversarios son para que no olvidemos, ese momento señalado con un día en el calendario que nos toca vivir como comunidad, cada uno lo vive también de forma personal, con recuerdos personales, y con sentimientos íntimos e intransferibles.

Y esta mañana desayuno con la voz temblorosa de Pilar Manjón en la radio. Y entonces me doy cuenta de que este amasijo de sentimientos que tengo esta semana tiene una razón de ser. Porque si yo siento rabia, prefiero francamente, ni siquiera hacer el intento de ponerme en su piel.

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