8.31.2005

EL OLOR DEL AGUA

Cuando amaneció, él se esfumó de su lado, mientras ella seguía soñando con él.
Y cuando despertó, el día se había tragado ya sus horas favoritas, y ella no pudo hacer otra cosa que hundir su nariz en el hueco vacío de la almohada, para intentar aspirar los restos del olor de su cuello. Pero el olor no estaba, porque, como todo el mundo sabe, los fantasmas no huelen.

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