LA CAIDA DE LAS HOJAS
Tengo ganas de escribir algo que no se entienda. Algo que ni yo sea capaz de entender del todo. Que salga de mi subconsciente, que se enrede en palabras indescifrables, con muchos adjetivos sin sentido. Para expresar cosas que me cuesta expresar, de la misma forma que cuesta desnudarse cuando unos ojos siguen el recorrido de tus manos sobre botones y cremalleras.
Este verano, revisando cuadernos y más cuadernos antiguos, encontré un montón de textos que entonces no comprendía del todo y que sólo soy capaz de descifrar con el diccionario que te da el tiempo. Y me apetece que me vuelva a ocurrir lo mismo.
Pero me temo que me estoy volviendo demasiado práctica.
La perspectiva siempre cambia después del desayuno.
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