REACCIONES TARDÍAS
Esta mañana por la calle me han dicho una verdadera barbaridad desde un coche. Además no ha sido un grito de estos estilo obrero español, sino un susurro sibilino que sólo he podido intuir, y que me ha obligado a darme la vuelta en una reacción instintiva. El hombre que me lo dijo se asomó a la ventanilla con una cara de guarro indecente y una sonrisilla para que no tuviera dudas de que había entendido bien. Seguí caminado tras dirigirle una mirada asesina y llena de asco.
Y ahora estoy enfadada por no haberle dado una patada al señor, al coche, a la señal de tráfico y al semáforo. Me castigaría por no saber reaccionar a tiempo ante las agresiones.
Diez minutos después, cuando estoy fuera de peligro, es cuando se me ocurren las respuestas ingeniosas. Aunque dicen que eso nos pasa a todos...
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