ASOMBROSO MADRID
Es lo que tiene, que es una ciudad asombrosa. Capaz de lo mejor y de lo peor.
El 11 de marzo consiguió vaciar el centro de la ciudad de coches en plena hora punta; tras una amenaza de bomba en el Bernabeu, se vacía un estadio de futbol con un montón de miles de personas sin un solo incidente; y esta mañana, con tres líneas de metro y una de cercanías cerradas en Nuevos Ministerios, calles cortadas y edificios cerrados, tardo sólo diez minutos más de lo normal en llegar al trabajo.
La solidaridad y el civismo de la gente que habita esta cuidad, tan maltratada muchas veces, no puede dejar de maravillarme.
Ayer por la tarde los folios quemados del edificio Windsor llegaban casi a mi portal. En la calle Raimundo Fernández Villaverde, donde está el rascacielos, cientos de personas se acercaban a ver las tripas fundidas que quedaron después del incendio. Parecía un estado de excepción, una calle ancha, generalmente llena de coches, tomada por un montón de domingueros armados con móviles con cámara, observando esa imagen tan apocalíptica que todo el mundo ha visto por televisión.
Que cantidad de momentos históricos me ha tocado ver desde que estoy aqui.
Eso si, el hecho de que yo esté viviendo tan al pie de la noticia, va a matar de un disgusto a mi familia.
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