DECIAMOS AYER
Después de colgar el teléfono, se me llenan los ojos de lágrimas. Había conseguido mantener el equilibrio, decíamos ayer... Pero el equilibrio se rompe con las noticias inesperadas.
Así que después de pelearnos tanto, después de darnos tantas explicaciones, después de querernos tanto, cuando las cosas estaban tranquilas, cuando nos lo habíamos dicho todo, un latigazo me sacude entera al enterarme de por lo que él ha pasado en este último mes y medio. Y me estremezco de ternura al escuchar su voz valiente y temblorosa mientras me explica y me cuenta.
Y me doy cuenta de que sólo hay una cosa que es irreparable. El resto no lo es.
Y en la adversidad volvemos a ser los amigos que fuimos. Y que probablemente seamos siempre.
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