11.26.2004

COMO LA VIDA MISMA

Le pidió que se sentara y se sentó en frente de él con las piernas cruzadas sobre la cama.
Le dijo que se estaba perdiendo la magia de la vida.
Le dijo que el sexo es el amor al otro, al cuerpo del otro, a la emoción del otro.
Le dijo que sin eso el placer físico duraba un instante, y su recuerdo un minuto.
Le dijo que acariciar es querer con las manos y que besar es querer con la boca.
Le dijo que daba igual lo que ocurriese al día siguiente.
Que la ternura es el alimento de los hombres, y que sin ella todo es gris y todo es frío.
Que no es necesario amar mañana, pero sí era imprescindible quererse en ese momento.
Le dijo que jugar a eso lo hacía todo mucho más divertido. Le dijo que los dos sabían que era un juego, y que por eso nadie resultaba dañado. Que si los dos se querían esa noche, los dos se dejarían de querer al día siguiente con una sonrisa en los labios.

Uno: En realidad le hubiera gustado poder decirle todo eso, pero no pudo. Después de la primera frase él había salido corriendo de la habitación. No se hizo la miel para la boca del cerdo, pensó ella con un suspiro.

Dos: En realidad le hubiera gustado poder decirle todo eso, pero no pudo. Él no la dejó acabar y a ella no le importó. Estaban muy ocupados queriéndose con la boca.

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