BOING BOING BOING
Hay dos tipos de situaciones que me hacen perder el equilibrio. Las tensiones a mi alrededor y las inquietudes que no soy capaz de materializar en deseos.
Aunque suelo tener el típico papel de mediadora en conflictos, y no me suelen tocar de lleno, la situación me desestabiliza, me enferma, me pone muy nerviosa. Como todo va por dentro, mi estómago se resiente. Pero como no se nota, los demás continúan volcando sobre mi sus tensiones. Ellos vuelcan, yo trago, ellos se desahogan, y yo tengo empacho.
Cuando son cosas pequeñas las que te producen malestar, todo se difumina un poco, nada es claro y nada tiene solución. Son espirales de humo que en un momento no te dejan respirar y al instante siguiente han desaparecido. Y ahí está G., haciendo equilibrios en una cuerda en la que no tiene del todo claro quien cojones le mandaría subirse a hacer el payaso. Y ahora no sabe si va a poder llegar al otro lado sin ningún golpe. Pero para algo se han inventado las redes de seguridad. Para que las inconscientes como yo no nos juguemos la vida en cada decisión.
Divagaría horas, pero para eso están los psicólogos. Y creo que no me voy a librar de tener que acabar pagandole a uno.
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