3.31.2005

FROM LOST TO THE RIVER

He estado soltando un lastre que me ha pesado mucho durante mucho tiempo. Un amasijo de recuerdos, de complejos y de miedos. Y sin él soy más libre para hacer lo que quiero cuando quiero y como quiero. Porque ese es un privilegio que no me he concedido demasiadas veces. A lo mejor los años te dan esto, esta sensación de saber en donde estás más o menos cómoda aunque no sepas hacia donde vas. Pero lo más probable es que sea algo pasajero, provocado por el cambio de estación y algunas buenas noticias.
El caso es que se han producido revoluciones, de las silenciosas, que son esas que cuando te das cuenta ya lo han cambiado todo. Y que me apetece dejarme llevar a ver hasta donde llego, aunque eso signifique dejar algunas cosas atrás.

3.30.2005

MIRE DONDE MIRE TE VEO

Estoy de tan buen humor que me apetece cantar a voz en grito una canción. Lo hago y veo como Rafa de descojona de risa en su mesa y me guiña un ojo. Mi jefe viene y me dice que baje el volumen que está intentando tener una conversación por teléfono y ha tenido que decir que estamos en obras. No entiendo porqué los obreros pueden cantar a voces una canción, casi siempre distinta a la que sale por ese transistor estridente que llevan colgao del cinto, y las administrativas no podemos. No vale.

3.29.2005

POR CONTRASTE

He visto una película hace poco que se titula Las tortugas también vuelan. Me ha impresionado muchísimo. Yo creo que en realidad no es sólo porque es una película maravillosa, sutil, dulce y al mismo tiempo terrible. Yo creo que es por la realidad que cuenta. Porque veces nosotros perdemos la perspectiva, y pensamos en lo caro que está el petróleo, mecachis, que caro que está, mardita guerra de Irak que hace que suba el petróleo... Y mira que me va todo mal, ¿eh? Joder, que vida más perra la mía... que no me llega para el adsl, que no puedo apuntarme a esas clases que me apetecen tanto, que no tengo tiempo para hacer todas las cosas que quiero hacer, que me siento fatal porque fulanito me contestó mal, que mi jefe es un pesao, que esta Semana Santa he engordado mucho... Que puta mierda de vida la mía.

Ah! Y entonces, durante un par de horas, un director de cine kurdo te lleva de la mano a una aldea de Irak, te presenta a unos niños que existen en la realidad, y te cuenta lo que les pasa a ellos. Sin adornos y sin trampas. Y eres capaz de resistir las lágrimas porque sabes que si empiezas a llorar no será por ese nudo de emoción en la garganta que a veces provoca el cine, serán lágrimas por toda la humanidad, que a veces resulta tan asfixiante que necesitas esconderte en algunos pequeños placeres y olvidarte del resto del mundo para poder seguir respirando. Y entonces es cuando pierdes la perspectiva. Por eso para mi es tan necesario mirar a veces por la ventana, para recuperarla, aunque sea sólo durante unos días.

3.28.2005

OUI, CES´T MOI

Han sido unos días sin hacer aparentemente nada, arañando los minutos para acumular una paz que el ajetreo de la rutina me volverá a robar de nuevo.
Los deberes que me han puesto para esta primavera incluyen el uso y disfrute de todas mis armas de mujer. Así que me he lanzado a la tarea de desempolvar las caderas que escondo en mis vaqueros raídos y me he peinado. Que dicen que ya está bien de esconderme detrás de la amistad y del miedo al ridículo. Y yo me río pero acepto el reto con cara de aventurera. Tendré que ensayar prometedoras miradas ante el espejo y practicarlas con los conductores de autobús. Oh, dios, yo nunca he sabido poner morritos..., ¡lo que me queda por aprender!
Hombres del mundo, abróchense los cinturones que sus vais a cagar.

3.23.2005

ROSA (2ª PARTE)

Poco a poco, la relación entre nosotras se fue transformando. Aunque siempre se empeñó en adoptarme, en ejercer su papel de consejera y de guía, yo también le estaba aportando cosas (aunque de eso soy consciente ahora) y el respeto se fue haciendo mutuo. Es cierto que hubo una parte de mi vida estudiantil que no compartí con ella, las noches bailando hasta el amanecer, el descontrol de mi vida universitaria, mis novietes y ese tipo de aventuras, porque siempre pensé que ella, que vivía en un mundo tan particular, estaría muy lejos de entenderlo. Mi situación familiar se deslizaba claramente hacia el drama, y ella iba siguiendo la historia a través de mi, de mis llantos y de mis risas. Supongo que fue consciente de que me refugié en esa ciudad para huir de mi casa, seguro que lo supo antes que yo, que tardé mucho más tiempo en entenderlo.

Y al final entre nosotras las palabras ya eran de igual a igual, porque yo ya me atrevía a darle mi opinión, a negarme a lo que no quería, y sobre todo porque ya era consciente de su cariño incondicional. Porque ella me vió crecer. Desde que llegué a su apartamento con mi cara de estudiante de primer año y mis tartamudeos ante sus razonamientos, hasta que la visité en mi último año de carrera en su nueva casa, esta vez de pueblo de verdad, y me senté en sus sillones de mimbre, preciosos pero incomodísimos, para tener uno de esos desayunos que te hacen recordar que el mundo es hermoso.

Claro que ese madurar también me hizo aprender muchas cosas de ella, que todos tenemos nuestras derrotas, que no somos como somos por casualidad, y que a veces tus decisiones te atan a una determinada forma de vivir que no siempre es la que esperabas ni la que quieres.

Por eso creo que ella también descubrió otra manera de comportarse con los demás, otra inocencia y otra entrega que yo vivía en aquellos momentos con la gente con la que me relacionaba. Y entendió como nadie mi necesidad de silencio, de preguntar, de entender, de sentir. Y a pesar de que estaba muy lejos de su manera de vivir, de su experiencia y de su historia, lo respetó.

Y, aunque mi madre actuó como su contrapunto, porque una es la teoría y la otra es la práctica, entre las dos me enseñaron en esa época cosas tan importantes que ni siquiera soy capaz de resumirlas. Y en realidad era de esa deuda de lo que quería hablar.

3.22.2005

ROSA (1ª PARTE)

Tenía 17 años y llegaba a Santiago de Compostela a estudiar mi primer año de carrera. Iba a vivir en un piso compartido con mucha gente, pero sin mi familia. Ese primer día, un lluvioso domingo de octubre, fue uno de los más deprimentes que recuerdo. Después de haber dejado las maletas en mi nueva habitación, mis padres me llevaron a casa de la prima de mi madre, su amiga del alma de toda la vida. Yo había escuchado muchas historias sobre ella, mi madre ha repetido tanto las leyendas familiares que ya nos las sabemos de memoria, aunque seguimos pidíendole que nos las cuente otra vez. Sabía que ella era una de las mejores en su profesión, que era muy exigente con todo el mundo, muy respetada también por todos, y que era una persona especial. Bueno, en mi familia de esas hay varias.

Su apartamento era como entrar en un pueblo en el piso octavo de un edificio en el medio de la ciudad. Cuando llegué, con mi cara de susto y con mis padres, presencié una conversación que me hizo pensar que esa mujer era extraterrestre. La discusión, entre ella y uno de mis primos mayores, incluía dos coches, dos perros, dos casas y dos viajes de trabajo al campo. Duró aproximadamente quince minutos, y fue como ver hacer encaje de bolillos a la velocidad del rayo. Y yo recuerdo que me dije, esta mujer va a descubrir en seguida lo mimada que estoy, lo pequeña que soy y las estupideces que digo.

Al principio iba a su casa a comer de vez en cuando por obligación, y ella me lanzaba pregunta tras pregunta como dardos a los que apenas tenía tiempo de contestar, ni mucho menos de pensar en la respuesta. Todas las conclusiones sin lógica a las que llego, me las rebatía hasta que yo dudaba hasta de mi nombre. Cada decisión que iba a tomar, me forzaba a estudiarla cuidadosamente. La velocidad en sus razonamientos y lo rápido que habla hacían que saliese de allí con dolor de cabeza al intentar seguirla. El miedo que me inspiraba se fue transformando en admiración, adoración y respeto.

A veces llegaba a su casa a comer con mis llaves y ella no estaba. Me dejaba en una bandeja de madera la comida, el postre y flores en una pequeña copa de cristal. Y yo, sola con sus perros, en medio de la paz y la belleza de su casa, me sentía como si viviese en un cuento, y mis visitas a su casa se transformaron en una especie de refugio para mi, en el que huir de todas las cosas que me pasaban en la universidad, en el piso, con la gente que estaba conociendo.

3.17.2005

LOS PUTOS PUNTITOS

- Es como esa sensación de ser un puntito en el cielo, y necesitas saber que hay otros puntitos, y encontrar la forma que ellos utilizan para no sentirse puntitos, sino estrellas que alimentan a un montón de planetas.

- Ya sabes que todo está en la perspectiva. Todos somos puntitos y todos somos ejes de sistemas solares. Y todo al mismo tiempo.

- Si, pero todas las órbitas pertenecen a otras órbitas y así hasta el infinito ¿no?. Es el magnetismo ese, pero aplicado a las relaciones humanas. ¿Se llama magnetismo? ¿Como coño se llama?

- No se, pero entiendo lo que quieres decir.

- Pues eso, ¿tú como haces para no sentirte puntito?

- Yo no me siento nunca puntito, ¿no ves que soy muy egoncéntrico? Yo siempre me siento el centro del universo, y si un día me despierto sintiéndome puntito, me vuelvo a acostar. Y punto.

- Jajajaja, no te burles, cabrón.

- Y si tú te sientes puntito es porque esperas que venga alguien a darte eso que crees que no tienes. Y ese es tu gran error. El magnetismo ese sale de ti, y de nadie más, no puedes comprárselo a nadie, no puede regalártelo nadie, lo tienes que tener tú.

- ¿Y si no lo encuentro?

- Sigue buscando. Como en las tarjetas de rasca y gana.

- Anda, cuelga, que es tarde y tengo sueño.

- Te odio, ahora me vas a tener dos horas dando vueltas en la cama pensando en los putos puntitos.

- Pues piensalo y mañana me llamas y me cuentas tus conclusiones.

- Que sepas que me tienes harto de tus filosofías de todo a cien.

- Yo también te quiero, cariño.

3.16.2005

CHINCHETAS EN LOS ZAPATOS

Hay días que desde que asomas la patita por un lado del colchón, se te tuercen.
Se te siguen torciendo porque te encuentras mal y te duele todo.
Se te doblan más cuando tu autobús se mete en un interminable atasco y empiezas el día llegando tarde.
El día hace un ángulo de noventa grados cuando al llegar al trabajo te encuentras un correo echándote sutilmente la bronca por algo que has hecho mal.
Calculo que si se cumplen los pronósticos, en una horita el día se me habrá puesto boca abajo.
Y yo estoy esperando a que mi día haga el pino, se caiga de morros y al menos pueda echarme unas risas, porque ese tipo de gilipolleces siempre me han hecho gracia.

3.15.2005

CULPABLE

El hueco de mi almohada no era tuyo. Era mío. Pero por un momento extendí mi mano para buscar tu cuello.
A veces la forma en la que se derrumban mis defensas al amanecer me asusta.

3.14.2005

LUNES 7.20 AM

Me lo he pasado tan bien este fin de semana que ni me he enterado de que pasaban las horas.
Ayer antes de acostarme pensaba que eso me ayudaría a que la dura semana de trabajo que me espera fuese más llevadera. Pero cuando esta mañana me desperté, llegué inmediatamente a la conclusión de que la única ayuda posible sería un buen catarro que me permitiese quedarme en la cama hasta que llegue la primavera.

3.11.2005

Y HOY...



...EL SILENCIO.



3.09.2005

EL GRITO SILENCIOSO

Leía el otro día en una revista que la vergüenza ajena es un sentimiento español, que no tiene traducción ni se entiende en otros idiomas.

Pues me da que eso dice algo bueno de nosotros, mira tú por donde... Porque si ya es habitual que se sienta viendo cualquier día un telediario, lo que nos está tocando presenciar esta semana no tiene nombre. Las barbaridades que he tenido que escuchar, la rabia que me está creciendo dentro, el sonrojo que me producen la actitud y las palabras de determinados personajes públicos de este país, no tienen traducción en otros idiomas. Claro que también puede decir algo horrendo de nosotros, si eso significa que este tipo de cosas sólo pasan aqui y por eso sólo los españoles sentimos vergüenza ajena. Pero sospecho que la estupidez de los representantes públicos es algo bastante universal, que se regala con el maletín y con el cargo.

Asi que mientras ellos se dedican a hacer el imbécil en nuestra cara, yo, íntimamente me pregunto porqué de repente estoy tan irascible, y porqué cualquier pequeño detalle hace que se me salten las lágrimas. Supongo que tiene explicación, porque aunque los aniversarios son para que no olvidemos, ese momento señalado con un día en el calendario que nos toca vivir como comunidad, cada uno lo vive también de forma personal, con recuerdos personales, y con sentimientos íntimos e intransferibles.

Y esta mañana desayuno con la voz temblorosa de Pilar Manjón en la radio. Y entonces me doy cuenta de que este amasijo de sentimientos que tengo esta semana tiene una razón de ser. Porque si yo siento rabia, prefiero francamente, ni siquiera hacer el intento de ponerme en su piel.

PELIGRO DE DESPRENDIMIENTO

Todo lo que parece que no tiene importancia, a la larga suele ser trascendental.

A ver si aprendo a identificar las señales, o perderé los puntos que me dan derecho a conducir mi vida.

3.08.2005

PRIMEROS PASOS

Es enternecedor compartir unas horas con una pareja que está empezando. Se hace evidente en pequeños detalles, en palabras inseguras.

Cada frase que se habla entre amigos es como un mensaje que se le está enviando a la otra persona, como un "oye, que yo soy así", "oye, que esto es importante para mi", "ten cuidado, porque esta es mi opinión". Ese afán por conocerse, por gustar, por medirse para saber si se va por buen camino, esperando la reacción del otro, pero todo disimulado, intentando que parezca que se está actuando con naturalidad. Y ese juego maravilloso de miradas, llenas de ternura y de admiración, cuando cada cosa que hace la otra persona nos parece ideal y fantástica, cuando el amor fluye de unos ojos a los otros y los gestos de cariño son torpes, porque la confianza física sólo es una promesa de futuro.

Me provoca una inmensa sonrisa cómplice, aunque lo cierto es que, a pesar de lo que pueda pensar la gente que me conoce, me produce también una increíble pereza.

3.04.2005

QUERIDO DIARIO

A modo de diario patatero, hoy cuento que estoy agotada. Ha sido una semana de locos y tengo la cabeza a punto de reventar. Y por fin es viernes. Así que a modo de resumen, entre sueños y realidades, diré que he visto Million Dollar Baby, y la he disfrutado. Salí como en una nube, señal inequívoca de que una película me ha gustado. Pero al escuchar algunas frases de gente que salía con nosotros del cine, no puedo evitar sorprenderme y pensar en lo diferentes que somos, en lo subjetiva que es la sensibilidad. En parte me siento aliviada, porque esos comentarios me ayudaron a entender cómo es posible que gente como Acebes sigan en política. Pero repito, sólo en parte. Intento resistirme a la tentación de la prepotencia, y mirarles por encima de mi hombro y decir "pero cómo podeis dejaros comer el coco de esa manera". Y consigo resistir el impulso porque tengo que sacudir la cabeza y mirarme al espejo. Porque esta semana por un momento he pensado que no es tan vergonzoso que ZP hable así el francés, que había sido peor lo de Ansar. En fin.... Así que el que esté libre de ser manipulado que tire la primera piedra. Apunta un poco más lejos de mi, por favor. Gracias.

3.03.2005

BATIR DE ALAS

Despues de dar vueltas y más vueltas sobre los mismos temas, sobre las mismas necesidades, no encuentro nada a lo que sacarle jugo.
Supongo que será porque, aunque hay algo que me ronda en la cabeza, no tengo ganas de ponerle nombre para contarlo. Traducir pensamientos en palabras es hacerlos realidad. Y a veces es bonito que los sueños existan solo por las noches y se evaporen de tu cabeza, sin dejar otra huella que un suspiro al amanecer.

3.01.2005

BLA BLA BLA

Cuando era pequeña y escuchaba las conversaciones de mi madre con sus amigas, siempre pensaba que no quería ser mayor, porque me iba a morir del aburrimiento cuando tuviera que mantener ese tipo de conversaciones sobre la cocina, sobre las vidas de los demás, sobre la limpieza, sobre nosotros los niños, y nuestras cosas. Y aunque me creía muy lista, hace tiempo que sospecho que las conversaciones verdaderamente interesantes las tenían cuando yo no estaba.
Porque lo cierto es que ahora, que soy mayor (¿estoy oyendo risas? no se estará riendo nadie, ¿no?), las conversaciónes más placenteras y más interesantes suelen ser las que tengo con mi madre. No sólo porque es una persona muy especial, a la que he aprendido a admirar sobre todas las demás, sino porque me gusta lo que implica compartir una conversación, me gusta charlar con personas que no sólo piensan en ellas al hablar, disparando sus opiniones y sus vivencias sin cesar. Me gusta la parte de la conversación que implica compartir, el lenguaje no verbal, la mirada atenta y los hombros hacia adelante. Los temas que fluyen, el respeto a la opinión ajena, la sensación de aprender de los demás, y sobre todo, lo que implica una conversación relajada, el no tener que ser más listo ni más brillante ni más original que el de enfrente.
Creo que es una de las pocas cosas de las que podemos disfrutar plenamente a cualquier edad y sin tener que pagar.

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